¿Quién gana y quién pierde en el estado actual del proceso de plataformización en la industria musical? ¿Qué factores de la plataformización son críticos desde un enfoque creatividad-producción, desde un enfoque distribución y desde un enfoque consumo?
La industria musical, al igual que muchos otros ámbitos, sufrió un gran cambio a partir del avance de las plataformas. Las grandes discográficas, acostumbradas a tener el monopolio a partir de la producción y venta de los discos debieron reconvertirse para encontrar otras formas de generar ingresos. Los artistas pasaron a tener mayor control en las decisiones de generación y distribución de los contenidos. Se va dejando de pensar en formato disco, esperando a tener 10/12 canciones, para pasar a lanzar los temas de a uno. Quizás pudiendo darle a cada canción su vuelo propio, con imágenes que acompañen para el lanzamiento en redes sociales y tengan circulación. Y cambiando así el modelo, donde se generaba un hit más elaborado que permitiera acompañar el resto de las canciones creadas, lo que hacía que la espera de novedades fuera mayor. La sociedad de lo instantáneo ya no maneja esos tiempos.
Por otro lado, el poder pasa de las discográficas a las plataformas. YouTube se lanzó como una plataforma de video, con el uso, las personas lo tomaron también como un espacio para la música, a veces con video, otras con imagen fija que permitiera cargar así las canciones. La música muchas veces se descargaba (con varios virus) de manera gratuita e ilegal en emule o ares, la época del MP3, era la forma de poder mover las canciones de un lado al otro. En EEUU esto no era habitual, y usaron directamente plataformas como iTunes para descargar la música de manera legal, y paga. Esto era más controlado que las descargas actuales, con costo por canción. Surgió Spotify, y se afianzó de manera global, una suma adaptada a los valores de cada región hizo que los usuarios encuentren buena relación entre costo y comodidad. YouTube sintió que la gente ya estaba dispuesta a pagar por música y lanzó su propuesta YouTube Music, ¿tarde quizás?.
Mirá la nota con Giuliano Mastrodicasa, productor musical
Tanto Spotify como YouTube también tienen su versión gratuita. Y tenemos la posibilidad de llevar la música a todas partes, como nunca, en un dispositivo que lo hace todo. El mágico smartphone. Ya no necesitamos el material físico, como el disco, que era condición para poder hacer sonar esa música o no. Ya no necesitamos un aparato específico para hacer sonar la música. Ya está en nuestra mano, siempre disponible, incluso con posibilidad de sonar en línea o sin conexión.
Es cierto, que se genera una especie de burbuja, con algoritmos que creen conocernos y allanan nuestra posibilidad de descubrir cosas nuevas, de ir más allá, de encontrar algo que se corra cual línea de fuga. Pero a la vez, nos muestran al artista de al lado, que quizás no hubiéramos llegado de otra manera. Y ese artista puede ser de acá, del país de al lado o estar cruzando el continente. No hay más barreras geográficas, queda en nosotros ejercitar la curiosidad, para la cual no hay límites.
Hoy escuchamos mayormente la música de forma legal, los artistas no ganan de forma proporcional por nuestras escuchas. El negocio se reconvirtió y experiencias como los recitales cobraron otra importancia, siendo una vía considerable de ingresos (aunque ahora pandemia). Y a esto se suma, el consumo de nicho, la posibilidad de saber exactamente con quiénes estás en contacto y conocer cómo llegar a ellos. Para llegar a esto surgieron algunos desafíos nuevos: tener presencia en las redes sociales, trato cercano con los seguidores, mucha difusión para instalar los temas. Ganan los grandes que tienen posibilidades para poner maquinarias económicas y humanas para que esto funcione. Pero a su vez, ganan los más chicos que tienen herramientas disponibles para al menos entrar a competir, situación que en otro momento no hubiera sido siquiera posible.