Con los hechos sucedidos en Afganistán, las redes sociales se volvieron un espacio de fuerte visibilización de la causa. ¿Pero qué pasa con los involucrados y su huella digital?

Con el repentino cambio de régimen, se evidenció la complejidad de ocultar o disimular el pasado en internet para escapar de los talibanes. Las redes son una parte importante de nuestras vidas, donde dejamos nuestros gustos, intereses, amigos, sin pensar que nuestra historia pueda volverse en algún momento en nuestra contra.

Incluso pensar en desaparecer el celular o la computadora, puede considerarse sospechoso, por eso una de las recomendaciones es crear una breve y no incriminadora vida digital. 

La organización no gubernamental Human Rights First elaboró diferentes documentos para ayudar a ciudadanos de estos países en su esfuerzo por borrar su pasado digital. El mismo muestra la cantidad de servicios digitales que podemos haber usado sin darnos cuenta, borrar esos datos es un proceso largo y lento. En el caso de Afganistán, simplemente tener una cuenta en una aplicación o software de entidades extranjeras es potencialmente sospechoso.

Otra organización, Access Now, ofrece una guía para “autoidentificarse”, self doxing en inglés, significa encontrar en internet los datos personales de alguien que se encuentran guardados de manera privada.

El mayor problema del pasado digital es que por mucho que alguien trate de deshacerse de él, depende también de otros. En este sentido la directora de Democracia y Tecnología de la organización National Democratic Institute pidió en Twitter a todos los encargados de redes sociales del Gobierno de EEUU que consigan permisos para purgar las cuentas, canales de YouTube, Flickr, de imágenes y pies de foto de socios afganos.

Hay otro recurso para el nuevo Gobierno si intenta centrarse en buscar a gente que colaboró con la anterior administración, esto el reconocimiento facial en cámaras de videos. Con determinados trucos, como maquillaje o sutiles cambios en el rostro, se podría intentar engañar al detector, pero nada totalmente certero. 

La realidad es que desde hace algunos años, cada crisis geopolítica tiene también su frente tecnológico. En este caso, el nuevo régimen talibán abrió un número de WhatsApp para recibir llamadas por motivos de seguridad. La compañía lo cerró por ser de un grupo terrorista, a pesar de las críticas de expertos que decían que podía ser un canal necesario de comunicación con las nuevas autoridades en días de caos. El portavoz de Facebook Andy Stone dijo que los talibanes tienen prohibida la aparición en la plataforma y recibir cualquier “elogio, apoyo y representación”. Twitter y YouTube sugirieron que también les echarán de sus plataformas y probablemente no puedan recuperar las cuentas oficiales del Gobierno afgano. 

A fin de cuentas, así como protegemos nuestra vida física, debemos hacerlo con la vida digital, que tanto se entrecruzan, ni hablar en estas situaciones tan particulares y críticas donde realmente peligra la integridad. 

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